domingo, 29 de marzo de 2015

ORACIÓN LUNES SANTO


Lunes Santo
Laudes y Vísperas

LAUDES

Lunes Santo

INVITATORIO

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.

Salmo 94

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras."

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


HIMNO

Dieron muerte al Heredero,
su oblación es haz de luz,
reina Dios desde el madero,
fulge el signo de la cruz.

En los cielos contemplamos
nuestra prenda tan locuaz
como símbolo divino
de salud, de amor, de paz.

¡Resplandece, brilla avanza,
oh estandarte del gran Rey!
¡Oh cruz, única esperanza
y resumen de su ley!

Que presidas nuestra suerte
-cada cual con nuestra cruz-
y en la hora de la muerte
nos conduzcas a Jesús.

Gloria al Padre con el Hijo
y el Espíritu de amor;
las tres Personas reciban
por la cruz igual honor. Amén.

SALMODIA

Ant. 1 Exclamó Jesús: "Siento en mi alma angustias de muerte; aguardad aquí y velad conmigo."

Salmo 41

Como busca la cierva
corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío;

tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de mi Dios?

Las lágrimas son mi pan
de noche y día,
mientras todo el día me repiten:
"¿Dónde está tu Dios?"

Recuerdo otros tiempos,
mi alma desfallece de tristeza:
como marchaba a la cabeza del grupo,
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilos y alabanzas,
en el bullicio de la fiesta.

¿Porque te acongojas, alma mía,
porque te me turbas?
Espera en Dios que volverás a alabarlo:
"salud de mi rostro, Dios mío".

Cuando mi alma se acongoja,
te recuerdo, desde el Jordán y el Hermón
y el monte Menor.

Una sima grita a otra sima
con voz de cascadas:
tus torrentes y tus olas
me han arrollado.

De día el Señor
me hará misericordia,
de noche cantaré la alabanza
del Dios de mi vida.

Diré a Dios: Roca mía
¿por qué me olvidas?
¿Por que voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?

Se me rompen los huesos
por las burlas del adversario;
todo el día me preguntan:
"¿Dónde está tu Dios?"

¿Por que te acongojas, alma mía,
por que te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
"Salud de mi rostro, Dios mío."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 Exclamó Jesús: "Siento en mi alma angustias de muerte; aguardad aquí y velad conmigo."

Ant. 2 Ahora viene el juicio de este mundo; ahora el señor de este mundo va a ser
arrojado fuera.

Cántico
Sir. 36,1-7.13-16

Sálvanos, Dios del universo,
infunde tu terror a todas las naciones;
amenaza con tu mano al pueblo extranjero,
para que se sienta tu poder.

Como les mostraste tu santidad al castigarnos,
muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos:
para que sepan, como nosotros lo sabemos,
que no hay Dios fuera de ti.

Renueva los prodigios, repite los portentos,
exalta tu mano, robustece tu brazo.

Reúne a todas las tribus de Jacob
y dales su heredad como antiguamente.

Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre,
de Israel, a quien nombraste tu primogénito.
Ten compasión de tu ciudad santa,
de Jerusalén, lugar de tu reposo.

Llena a Sión de tu majestad
y al templo de tu gloria.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 Ahora viene el juicio de este mundo; ahora el señor de este mundo va a ser
arrojado fuera.

Ant. 3 Jesús, caudillo y consumador de la fe, sufrió con toda constancia la cruz, pasando por encima de su ignominia; y está sentado a la diestra del trono de Dios.


Salmo 18

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo murmura.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.

Allí le a puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino.

Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Jesús, caudillo y consumador de la fe, sufrió con toda constancia la cruz, pasando por encima de su ignominia; y está sentado a la diestra del trono de Dios.


LECTURA BREVE

Jr 11, 19-20

Yo como cordero manso, llevado al matadero, no sabía los planes homicidas que contra mí planeaban: "Talemos el árbol en su lozanía, arranquémoslo de la tierra de los vivos, que su nombre no se pronuncie más." Pero tú, Señor de los ejércitos, juzgas rectamente, escudriñas las entrañas y el corazón; veré tu venganza contra ellos, porque a ti he encomendado mi causa.


RESPONSORIO BREVE

V. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.

V. De entre toda raza, pueblo y nación.
R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.


CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Padre justo, si es verdad que el mundo no te ha conocido, yo si te he conocido y se que tú me has enviado.

Cántico a Zacarías


PRECES

Acudamos a Cristo, nuestro Salvador, que nos redimió con su muerte y resurrección, y digámosle:

Señor, ten piedad de nosotros.


Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así a la gloria,
conduce a tu Iglesia a la Pascua eterna.

Tú que, elevado en la cruz, quisiste ser atravezado por la lanza del soldado,
sana nuestra heridas.

Tú que convertiste el madero de la cruz en árbol, de vida,
haz que los renacidos en el bautismo gocen de la abundancia de los frutos de este árbol.

Tú que, clavado en la cruz perdonaste al ladrón arrepentido,
perdónanos también a nosotros, pecadores.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Como Cristo nos enseñó, pidamos al Padre que perdone nuestros pecado, diciendo: Padre nuestro ...


ORACIÓN

Dios todopoderoso, mira la tranquilidad de nuestra naturaleza y, con la fuerza de la pasión de tu Hijo, levanta nuestra esperanza. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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VÍSPERAS

Lunes Santo


INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


HIMNO

Muere Jesús del Gólgota en la cumbre
con amor perdonando al que le hería:
siente desecho el corazón María
de dolor en la inmensa pesadumbre.

Se aleja con pavor la muchedumbre
cumplida ya la santa profecía;
tiembla la tierra; el luminar del día,
cegado a tanto horror, pierde su lumbre.

Se abren las tumbas, se desgarra el velo
y, a impulsos del amor, grande y fecundo,
parece estar la cruz, signo de duelo,

cerrando angustia, con el pie el profundo,
con la excelsa cabeza abriendo el cielo
y con lo brazos abarcando el mundo. Amén.


SALMODIA

Ant. 1 Lo vimos sin aspecto atrayente,
sin gracia ni belleza.

Salmo 44

-I-

Me brota del corazón un poema bello,
recito mis versos a un rey;
mi lengua es ágil pluma de escribano.

Eres el más bello de los hombres,
en tus labios se derrama la gracia,
el Señor te bendice eternamente.

Cíñete al flanco la espada, valiente:
es tu gala y tu orgullo;
cabalga victorioso por la verdad y la justicia,
tu diestra te enseñe a realizar proezas.
Tus flechas son agudas, los pueblos se te rinden,
se acobardan los enemigos del rey.

Tu trono ¡oh Dios!, permanece para siempre;
cetro de rectitud es tu cetro real;
has amado la justicia y odiado la impiedad:
por eso el Señor, tu Dios, te a ungido
con aceite de júbilo entre todos tus compañeros.

A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
desde los palacios de marfiles te deleitan las arpas.
Hijas de reyes salen a tu encuentro,
de pie a tu derecha está la reina
enjoyada con oro de Ofir.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 Lo vimos sin aspecto rayente,
sin gracia ni belleza.

Ant. 2 Le dará una multitud como parte, porque se entregó a sí mismo a la muerte.

-II-

Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna:
prendado está el rey de tu belleza,
póstrate ante él, que él es tu Señor.
La ciudad de Tiro viene con regalos,
los pueblos más ricos buscan tu favor.

Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocados;
la llevan ante el rey, con séquitos de vírgenes,
la siguen sus compañeras:
las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.

" A cambio de tus padres tendrás hijos,
que nombrarás príncipes de toda la tierra,"

Quiero hacer memorable tu nombre
por generaciones y generaciones,
y los pueblos te alabarán
por los siglos de los siglos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 Le dará una multitud como parte, porque se entregó a sí mismo a la muerte.

Ant. 3 Dios nos ha concedido la gloria de su gracia en su querido Hijo, por el cual, por su sangre, hemos recibido la redención.


Cántico
Ef. 1,3-10

Bendito sea Dios,
Padre de Nuestro Señor Jesucristo,
que nos a bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos a destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos a concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Este es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas
tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Dios nos ha concedido la gloria de su gracia en su querido Hijo, por el cual, por su sangre, hemos recibido la redención.


LECTURA BREVE

Rm 5, 8-9

Dios nos demuestra el amor que nos tiene en el hecho de que, siendo todavía pecadores, murió Cristo por nosotros. Así que con mayor razón, ahora que hemos sido justificados por su sangre, seremos salvados por él de la cólera divina.


RESPONSORIO BREVE

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

V. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.


CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Así como Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, así deberá ser levantado en alto el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna.

Cántico de la Santísima Virgen María


PRECES

Adoremos a Jesús, el Savador del género humano, que muriendo destruyó nuestra muerte y resucitando restauró la vida y pidámosle humildemente:

Santifica, Señor, el pueblo que redimiste con tu sangre.

Redentor nuestro, concédenos que por la penitencia nos unamos más plenamente a tu pasión,
para que consigamos la gloria de la resurrección.

Concédenos la protección de tu Madre, consuelo de los afligidos,
para poder nosotros consolar a los que están atribulados, mediante el consuelo con que tú nos consuelas.

Haz que tus fieles participen en tu pasión mediante los sufrimientos de su vida,
para que se manifiesten a los hombres los frutos de la salvación.

Tú que te humillaste, haciéndote obediente hasta la muerte y una muerte de cruz,
concede a tus fieles obediencia y paciencia.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Haz que los difuntos sean transformados a semejanza de tu cuerpo glorioso, y a nosotros concédenos también que un día participemos de tu felicidad. Movidos por el espíritu filial que Cristo nos mereció
con su muerte, digamos al Padre: Padre nuestro ...


ORACIÓN

Dios todopoderoso, mira la tranquilidad de nuestra naturaleza y, con la fuerza de la pasión de tu Hijo, levanta nuestra esperanza. Por nuestro Señor JesuCristo, tu Hijo.


CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.



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